La vida es un salto constante de vallas. Después de saltar tantas, en algún momento el cansancio llega y tropezas. Pero eso no impide que te levantes y sigas saltando. No existen caminos alternativos, ni se puede evitar las vallas. Al final se encuentra lo que uno más desea
La vida no consiste, como es lógico, en un camino simple por recorrer. En este caso, planteo la interposición de vallas en nuestro camino de la vida, que nos dificulta avanzar, pero no nos imposibilita.
Como es normal, luego de mucha actividad, uno termina tropezando con las vallas, donde se producen lastimaduras o simplemente un cambio en la "cotidianeidad". Todos tenemos la chance de levantarnos y seguir avanzando, tomar carrera nuevamente y seguir saltando. No se puede volver atrás, porque el error ya está hecho, solo se puede continuar y, en el caso de haber reconocido el error cometido, tenerlo en cuenta al saltar la valla siguiente.
Una persona inteligente me podría plantear dejar de saltar las vallas y llegar al final caminando por el costado. Yo le contestaría que si la vida fuese tan simple, no tendríamos incentivos para vivir, para estar saludables. Vivir es, ante todo, estar en continuo movimiento, experimentando cosas. Lo bueno cuesta, el esfuerzo sería saltar todas y cada una de las vallas. Al llegar al final, está lo que uno más desea, si decidió superar todos los obstáculos, aún sin saber qué le esperaba.
A diferencia de una carrera de salto de vallas, acá no se trata de llegar más rápido, sino de llegar mejor. Saltar la mayor cantidad de vallas, sin importar la cantidad de veces que tropieces, sino la cantidad de veces que te levantaste y tuviste la voluntad de seguir adelante. Así es la vida, vallas por doquier, una persona que debe recorrerla y un premio al final. No puedo decir cuál, porque no todos tenemos los mismos deseos, pero cada uno lo irá descubriendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario