Las cosas hermosas se las lleva el viento, pero ese mismo viento te traerá cosas nuevas, buenas o malas, que luego también se irán. Hay que combatir contra el viento, protegiendo lo que uno más quiere, cubriéndolos con toda la vida, para que permanezcan por más tiempo.
Es común decir que las cosas se las lleva el viento. También es común pensar que las cosas buenas son las que más se lleva, pero en realidad se lleva todo lo que no debemos tener en determinado momento de nuestra vida. Si tenemos que sufrir, sufriremos sin que el viento se lleve nada. Igual con todo lo que nos gusta tener, pero en algún momento el viento se lo lleva, para que nunca vuelva.
Sin embargo, no todo depende del viento. Como se puede observar en la imagen, nosotros como personas podemos proteger lo que queremos y lo que más valoramos. A veces no se puede combatir contra el viento, pero quedamos satisfechos de, al menos, haber hecho nuestro mejor esfuerzo. Se podría decir que la mejor estrategia para combatirle al viento es la preocupación, el mostrar interés en preservar lo que uno más quiere. Quizá unos buenos motivos pueden llegar a convencer al viento.
Cuando el viento se lleva determinadas cosas, como todo en la vida, también nos trae nuevas para que nosotros tomemos decisiones. Determinar qué es lo importante, utilizar el escudo para proteger lo que trajo de nuevo y uno valora de verdad. El viento no es necio, solamente responde a la lógica de cada persona. El viento es el que mejor entiende lo que valoramos y lo que supimos cuidar, y si no lo hicimos o quisimos hacer, entonces se lo lleva.
Personalmente aprendí esto. Ahora aprendí a luchar con el escudo contra el viento. A veces las cosas no se dejan cuidar, pero uno puede estar tranquilo de que dio lo mejor de sí. El viento no es vengativo ni malvado, solamente nos muestra lo que hicimos bien y lo que no, cuando se lo lleva o cuando lo deja. Con cuánta fuerza combatimos para defender lo que más apreciamos
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