domingo, 9 de octubre de 2011

Entrega de amor


El amor es una de las pocas cosas que cuando la compartís, obtenés más que si te lo guardás para vos mismo

 

Guardar nuestras mejores cosas para uso personal y exclusivo es un acto normal para preservarlo de ataques de terceros y disfrutar de la exclusividad. Al ocultar lo que uno más valora, uno gana seguridad en que no le va a pasar nada. Cuando compartís con los demás determinadas cosas, al dividir, ya perdés parte de lo que tenías.

 

El amor es todo lo contrario a lo que vengo diciendo. No tenés ninguna seguridad, entregás el corazón, sabiendo que puede ser lastimado y, sin embargo, seguís arriesgándolo. La confianza que brinde la otra persona irá respondiendo a tu inseguridad con certezas. Si guardas tu corazón y lo preservás, vas a tener la seguridad de que nadie lo va a lastimar, pero nunca podrás conocer la felicidad verdadera, el darse por el otro. No solo en las parejas, también en las amistades.

 

Cuando compartís tu amor con otras personas, en lugar de dividir, sumás. Adicionás todo lo que los demás te pueden brindar, cuando ellos hacen entrega incondicional y consecuente de su corazón, de su amor. En lugar de perder, aumentás las ganancias de tu corazón. Se vuelve más grande, con más capacidad para amar, con diferentes formas. 

 

Y si alguien hace un mal uso de lo que compartís, de todo lo que das, no te preocupes. Siempre hay alguien que va a saber aprovecharlo y que te ayudará a recuperar la confianza y a descubrir el amor multiplicado por la entrega incondicional. Y lo digo por experiencia, no porque sea una verdad absoluta, porque en el amor no existen, solo son experiencias.

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