domingo, 16 de octubre de 2011

El poder de la palabra








El arma más compleja es la palabra. Puede servir tanto como para herir a alguien, tanto como para hacerlo sentir mal, como para mostrar indiferencia. El poder de la palabra es inconmensurable 

 

Alguna vez en el colegio me hablaron sobre el poder que tenía la palabra. Lo entendí en su momento y creo que ahora lo comprendo mucho más, creo que es importante compartirlo. Acá olvidaré por un rato el fin de la felicidad y me centraré en los medios posibles para conseguirla, con la palabra.

 

Con un "te odio" profundo, uno puede hacer sentir a alguien la peor persona. Con un "te amo", uno puede hacer de una persona la más feliz y dichosa. Con un "¡ataquen!" gritado bien fuerte se puede comenzar una guerra entre hombres; con un "te entiendo" se puede terminarla y hasta incluso impedir futuros conflictos, o también hacer sentir importante a una persona.  Todo esto, como es normal, se acompaña con gestos y demás demostraciones no verbales.

 

Lo más increíble es que para todo usamos el mismo idioma, el mismo lenguaje, la misma dialéctica. Cambiándole cuatro letras a una palabra uno puede cambiar el estado de ánimo de alguien, al igual que los demás pueden cambiar nuestro propio ánimo. Si sentimos de verdad las cosas, es importante decirlas, porque la palabra puede ser un arma, pero también puede ser una soga, esa que te permite salvar a alguien de una caída en el pozo.

 

A partir de esto, empecé a decir todo lo que siento, especialmente a la gente que aprecio de verdad y que sé que un gesto como un "te quiero mucho" les puede hacer mejor de lo que me podría imaginar. Les recomiendo que hagan lo mismo, porque el camino hacia la felicidad no se hace en solitario, sino que cuantos más te lleves con vos, mejor va a ser el resultado final.

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