Solemos hacer balances del año cuando se acercan a su fin. Yo también los hago, los hice y los voy a seguir haciendo. Pensando en la vida, la felicidad y la oportunidad que este blog me da, me pregunté por qué hacemos balances y ahora se los voy a mostrar.
De un balance resultan, como es lógico, aspectos positivos y negativos, que todo balance los tiene. En un año se viven muchas cosas, también se pierde y se gana, se disfruta y se sufre. El balance lo que nos permite es darnos cuenta qué días en especial uno recuerda y eso es lo que verdaderamente queda del año. Son cosas buenas y malas, pero son cosas propias y que sabemos que van a quedar. Al pensar en el año 2011, se me vienen dos meses a la cabeza: Febrero y Junio, los dos a comienzos de mes. Pero no tengo intención de poner mi balance acá.
Pensar en todo lo que pasó nos ayuda a valorar lo que sucede en nuestra vida que quizá se vuelve un poco rutinaria. Hacer un balance nos permite rescatar lo bueno y lo malo y darnos cuenta de que hay algo que es diferente a los demás años. Por eso hacemos balances, repasamos todo lo que nos sucede y de ahí resulta todo lo que va a quedar en nuestro recuerdo. Hagamos balances, pero no por el mero hecho de hacerlos, sino sabiendo su importancia en el presente y para el futuro.
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