miércoles, 26 de noviembre de 2014

Elecciones bajo el agua


El último día llegó. Llueve, cada vez más y bajo la lluvia espero el colectivo que me lleva a mi casa. Por última vez. Uno tiene que crecer y el último día de universidad refuerza esa idea.

Mis sueños suelen contener agua, sea en un mar, una inundación, una pileta, o lluvia. El agua implica pureza, pero también recuerda al vientre materno. Ese lugar cómodo de donde nadie quiere salir, donde le gustaría permanecer toda la eternidad. Pero no se puede. Como en este caso. No se puede permanecer para siempre en la universidad, que era un lugar seguro, adonde iba y había gente conocida, profesores a quien saludaba. Ya no.

Fue cruzar por última vez esa puerta, sabiendo que solamente volvería para rendir. Ya no todos los días, ya no iba a ser el lugar seguro.  Pero al salir, como si fuera un sueño mío, la lluvia caía, pero no era tanta como para sacar el paraguas. Era una leve tentación, una insinuación para que me quede en lo seguro, en ese vientre maternal. Pero caminaba en sentido contrario. Y la lluvia se intensificaba cada vez más. Ni el paraguas me alcanzaba, el agua penetraba por los costados. Y yo seguía, pensando en todo esto.

Era el último día y yo sabía que tenía que seguir caminando. Crucé Libertador y me refugié bajo el techito de la parada, ya sin paraguas. Me senté y miré. Un colectivo había pasado cuando estaba en camino. Sentado, el agua me mojaba un poco, pero no me molestaba; es más, me gustaba, porque uno nunca quiere alejarse totalmente de ese vientre.

En el asiento, vi cómo dos colectivos pasaban de largo sin siquiera mirar mi brazo extendido. El tercero lo dejé pasar yo. A veces en la vida elegimos qué colectivo tomarnos y otros los dejamos pasar. No quería irme, no quería elegir en ese momento, pero al final tuve que tomármelo. Total, puedo bajarme en cualquier parada y tomar otro. Pero lo importante es elegir.

Me gusta leer en el colectivo, pero no pude. Estaba pensando en todo esto. En cómo a veces el vientre materno nos persigue, nos tienta, pero nosotros elegimos y podemos cambiar nuestras elecciones. A veces nos quedamos esperando en la parada, a veces elegimos un colectivo y nos cuesta bajarnos, otras veces nos hacen bajar a la fuerza. Pero lo que importa es que podamos elegir.