viernes, 28 de febrero de 2014

Apuntes de boliche



Como todo buen escribiente, siempre hay que llevar algo para escribir. Pero... ¿a un boliche? No, claro que no. Para eso existe el celular. Pero, ¿qué anotar en un boliche? Bueno, cuando te dejan solo con una persona borracha, es como estar un momento a solas. Debo ser la única persona que se le ocurre escribir en un boliche. Para los que nos gusta escribir, es un instante genial para escribir, todo lo que viene a la cabeza. Así salió lo siguiente:


Botellas sonando, rotas o caídas. El sin sentido ante todo.
Ojos cerrados, cabezas colgantes, apoyadas consumiendo todo un sentimiento.
Charlas aleatorias, con o sin ningún fin, para ganarse a una persona o para relacionarse.
Líquidos de alcohol, puros por tomar o mal digeridos por un estómago harto.

El sinsentido de la vida, vasos que merodean, o quietos esperando a su víctima.
Oídos que sufren golpes y castigos irreparables, constantes, intolerables. Igual, ni cuenta se dan.
Vivamos el ahora.

Todo por salir, por ir a una fiesta. Cabezas apoyadas, a gacha.
Mujeres que sufren, se ríen, se quejan y disfrutan. Gritos sin explicación.

¿Quién haría lo que hace sin la gota milagrosa?
¿Quién intentaría sin la dosis justa, o injusta en realidad?
No es justo sufrir, salvo que uno lo elija. Pero no eligen, son incitados.

Baños llenos, de gente y de líquidos expulsados. Intentan expulsar sus cosas.
Golpes,. cosas que suenan. Igual que la música monocorde.

Ese líquido que se echa al vomitar es la voluntad, expulsada y escupida como si no tuviese valor.
Sabe las consecuencias, pero no elige libremente.

Miradas cruzadas y ojos cerrados. Tan incongruentes, tan opuestos, pero en el mismo lugar.
Un boliche donde buscan cerrar los ojos para no abrirlos a la realidad.
Miradas distorsionadas o ciegas.
El tacto predomina, sintiendo lo que nunca conseguirían sin ese don.
Ese maldito don.

Están condicionados.

Viven el momento y sufren después, esperando con ansias la próxima experiencia.